lunes, 31 de marzo de 2008

Día 9º.- 29.Oct.2007. Souvenirs, souvenirs

29.Oct.2008. Katmandú. En estos mismos instantes en los que escribo -ya sin diario que me sirva de guía- intento recordar el día anterior a mi regreso… Despertar tranquilo, salutaciones al sol, orden de equipaje... Me he tomado el día libre y no he quedado con nadie. Salgo a la calle. Soy consciente que es mi último día en Katmandú y me da un poco de yuyu (en realidad, un mucho de yuyu!). Aprovecho la primera hora del día para ir a la oficina de la compañía aérea y confirmar mi vuelo de vuelta. Coincido con unos empleados de Telefónica que llevan en el país casi un mes y han visitado los parques nacionales de Nepal con sus elefantes, tigres, rinocerontes,… (no está mal como viaje de incentivo). Veo pasar a los niños nepaleses con sus uniformes camino del cole. En un patio de colegio los chicos juegan al fútbol. Al borde del campo las chicas hablan entre ellas formando corrillo.

En estos días todo ha sucedido muy rápido y, en mi situación de “sólo ante el peligro”, mi cabeza se ha dedicado prioritariamente a organizar mi tiempo y resolver más o menos adecuadamente los retos que iban surgiendo sobre la marcha. Bueno, también han habido momentos de reflexión y momentos para el recuerdo. (La memoria, esa despensa de imágenes que aprovechan cualquier pretexto, cualquier resquicio, para colarse dentro de uno con su equipaje de sensaciones que a veces creíamos olvidadas. Y no sólo de imágenes: en esa despensa hay también olores, sonidos, sabores, tactos... ). Caminando por las calles de Thamel, me he acordado de quienes espero encontrar a la vuelta. (probablemente también me acordé de ti, que me estás leyendo!). Así que, en la víspera de dejar Nepal, me aplico en la labor de hallar "mensajes cifrados" escondidos en objetos, en cosas que llevaré a quienes andan zascandileando entre mis pensamientos. A cada uno, su “Rdo. de Katmandú”. La memoria ha acortado, súbitamente, la distancia entre Nepal y Madrid y la ciudad se ha asomado abriéndose paso en mi cabeza en la que las personas queridas se pasean con descaro mientras yo intento pensar en cosas que me gustaría que les gustaran, que usaran, que guardaran.... En mi deambular también voy descubriendo objetos que parecen gritarme el nombre de su proximo dueño. Lo paso bien y sin embargo pienso que, paradójicamente, a mí me pone un poco nervioso que me hagan regalos -por mi cumpleaños, por ejemplo-, como obligado compromiso... Me azoro imaginándome sin saber qué decir o qué cara poner cuando abra el paquete con la camisa horrorosa, la colonia que no usaré o el libro que ya he leído. No sé si debería hacer el esfuerzo de considerar que los demás lo hacen con la misma buena intención que la mía...o ser más asertivo... o deprimirme pensando; cómo me han podido relacionar con algo tan poco...indicado?

Durante la mañana recorro las calles. Entro en un establecimiento de “comercio justo”, visito una tienda de tibetanos que venden ropa de lana de yak, también el delicioso “Aroma Garden” con su excelente “bálsamo de tigre” y fragantes esencias del Himalaya, una especie de chiringuito en el que compro banderolas budistas de oración, otro con las obligadas t-shirts serigrafiadas o bordadas, una tienda de música, una joyería, una librería.... en una encuentro una preciosa postal alargada, ¡con una vista del amanecer en Nagarkot! Compro tres. Las enmarcaré en Madrid. Me quedaré con una y ya tengo pensados los otros destinatarios.
En fin, que me paso la mañana pateando Thamel y gastándome las penúltimas rupias.

Ya por la tarde, me reúno con Pedro, que ha regresado de Gokharna para compartir conmigo mi última noche nepalí. Vijay nos ofrece una cervecita en su casa y nos hacemos unas fotos con su familia delante de su "Nepa Cold Store" de Golkhopakha . Después nos vamos a cenar a un restaurante cerca de la "Kathmandu Guest House". Aunque es una cena frugal, hoy es un día especial y pido vino: muy caro y no muy bueno. Hablamos y hablamos. En nuestra conversación sale el tema de mi regreso. No me gustan las despedidas, dice Pedro, intento evitarlas pues me ponen triste. (En todo caso siempre estaré en contacto con él a través de su estupendo blog: http://www.nepalsunrises.blogspot.com/ )

Paseo nocturno por el bullicioso Thamel, pillo un pañuelo de pashmina y me voy a descansar a Elbrus Home. Mañana será un día muy largo. En la cama, con la luz apagada, repaso los “souvenirs” y me duermo tranquilo, entre la memoria, la realidad y los sueños.