miércoles, 10 de febrero de 2010

Un post me manda hacer Violante

Más de doce meses desde la “nevada” de Enero de 2009 y casi un año sin escribir una sola letra en este blog. Probablemente porque no he tenido nada interesante que contar y/o carezco de la creatividad y/o el oficio necesarios para urdir los mimbres de un relato que valga la pena; sea para mí, sea para otros (Si escribiera un diario –disciplina que no cultivo- al menos tendría un guión que glosar o que sirviera de trampolín para hacer volar la imaginación. Y aún mejor sería si en tiempos recientes hubiera viajado a algún lugar exótico o sugerente… pero no ha sido así y confieso que la rutina de la vida cotidiana en el foro no me sirve de inspiración)

A la indubitada pereza y falta de horario para escribir, he de añadir, además, el –llamémosle- pudor personal. Y no me refiero ya sólo al temor de exponer a la contemplación ajena mi escritura (y trocitos del alma que siempre se escapan), sino a la vergüenza torera de intentar emular –toscamente- al parnaso de dioses que frecuentan mi mesita de noche. Disfruto leyendo a Murakami, Auster, Lobo Antunes, -a J.J. Millás le odio/envidio particularmente- y hasta la trilogía del Stig Larson me ha gustado. Y, ¡claro! solamente pensar en compararme con mis héroes de culto enfría mi ánimo a la hora de ponerme a ejercitar el vicio solitario que tan bien practican aquellos a quienes admiro. (Contra todo pronóstico, he llegado a la segunda cuarteta del soneto del Fénix).

He escrito dos párrafos, me he “venido arriba” y se me ocurre pensar en la escasa trascendencia de los que puedan seguirles, lo que atenúa mi prevención. Al fin y al cabo, ¿no se publican periódicos y revistas a diario, conteniendo cientos de majaderías? Y también se imprimen novelas, libros de texto, folletos, prospectos farmacéuticos,.. Si lo pensamos, miles de millones de letras se combinan diariamente para formar palabras que viven su efímera actualidad, … y terminan en la basura o disolviéndose en un magma de pasta de papel en la industria de la celulosa. Y aún hay más palabras, las escritas y no impresas, las que flotan suspendidas en la realidad virtual de Internet. ¡Bueno!, pues ahí van las mías en esta noche de febrero de 2010, a poblar esa sopa de letras universal. (Parece que lo he conseguido; he logrado escribir, me he "desatascao”. No sé por cuanto tiempo... though).

Y con este buen rollo que me invade ahora, diré la verdad-verdadera: el estímulo de Pedro y la cariñosa dedicatoria de Ernesto en la solapa de un libro han sido el “Violante” que me ha traído hasta aquí y a confesar, de paso, que algunas noches algo escribo en mi cuaderno favorito. Inmerso en el silencio que deja el final del día, apunto algunas frases (ayer: ”La herida bajo la coraza”, hace unos días "El naufragio de Roberto Cruz”) y, al tiempo que los oscuros trazos van perfilándose sobre el blanco del papel, imagino que encierran cientos de historias, puertas cuyo umbral atravesaré para recorrer el apasionante y laberíntico itinerario que el azar y la voluntad irán conformando -haciendo camino al andar- y en el que la memoria, la reflexión y la fantasía se mezclarán para componer un relato o plasmar una idea, un pensamiento o cualquiera otra “cosa” con… o sin sentido. Lo tardío de la hora hace que la nocturna colección de palabras se quede en eso, en simples frases esbozadas con una precaria vocación de futuro, pues al releerlas, días después, ya no encuentro la magia que creía entrever en su interior. Y lo voy dejando para otro día en el que espero que aparezca la inspiración y surja esa frase que pulse la tecla que hace vibrar, que encienda la mecha, que haga llorar o arranque la carcajada, que me-nos recuerde que estamos aún vivos… y que me invada esta gozosa sensación que siento ahora, después de escribir, con esfuerzo, esta breve reseña que quiere ser un abrazo, hecho de palabras, para quien quiera alargar sus brazos. Salud!.

(P.S. Hace unos días que murió Salinger, autor que un buen día decidió seguir viviendo sin escribir, como lo hicieron también Rimbaud, Melville y Juan Rulfo -éste último dijo que se murió su tío Celerino que era quien le contaba las historias...- Terminado este post, no estoy seguro si lo he escrito para tí, para mí, para... o quizá por? o según, sin, so, sobre, tras???. Pero, bueno, eso es algo que quizá tampoco tenga tanta importancia! )