domingo, 10 de febrero de 2008

Día 1º.- 21.Oct.2007. De Madrid... al cielo?

21 de Octubre de 2007.

8.30 hrs. En el vestíbulo de la T-1 de Barajas. Juan Ignacio ha venido a despedir a Pedro que, sorprendentemente, lleva el mismo (escaso) volumen de equipaje que yo, a pesar de que él tardará 33 días en regresar. Comienza un día apasionante, una jornada casi interminable.

11.25 hrs. Cinturones apretados… el avión corre cada vez más rápido por la pista… la espalda contra el asiento… y… ¡arriba!.. ¡allá vamos!.. me “despego” de la tierra.. estoy en el aire.. ¡ha comenzado mi viaje!.
En el largo vuelo a Qatar recuerdo mi pequeña fiesta de 50 cumpleaños en La Bardemcilla. Pedro y yo habíamos hablado, por enésima vez, de mi ilusión por viajar con él a los escenarios de “Tintín en el Tibet”. Con él, que, desde hace casi 20 años, acude todos a su anual cita con Nepal en donde, sospecho, “vive” un mes tras otros once en Madrid en los que “sobrevive”. Pero este año 2007 era especial y se iba a cumplir mi sueño, mi “hessiano” Viaje al Oriente. Releo “Siddharta” en el avión.

19.30 hrs (18.30 hrs de Madrid). Llegada al aeropuerto de Doha. El interior de la terminal me sugiere la imagen de un moderno mall comercial que alguien ha dejado caer en medio del desierto. Tenemos que esperar otras 6 horas para nuestro vuelo a Katmandú. Mientras le echo una ojeada a la guía de Nepal (Lonely Planet), observo curioso el tránsito humano por el interior de este aeropuerto que para mí –y quizá para otros- es la puerta de Asia. De camino al embarque, los aseos o las tiendas, deambulan decenas, cientos de personas con sus bolsas de viaje, sus trolleys, sus revistas en la mano. Europeos, japoneses, indonesios, chinos, filipinos, coreanos, saudíes,… se entrecruzan –como extras de cine dirigidos por el regidor- y buscan en las pantallas de plasma sus destinos: Hong Kong, Dacca, Lahore, Singapore… Visito el bar. No hay vino. El sabor de la cerveza sin alcohol que pido en la barra es el de un agua en el que han macerado espigas de cebada. Puaj!

2.15 hrs de la madrugada del 22.Oct.2007 (1.15 hrs de Madrid). El Airbus 330 de Qatar Airways levanta el vuelo hacia nuestro destino. Es un trayecto más corto, como de unas 4 ó 5 horas. Aunque no consigo dormirme del todo, leo y me relajo. Cuando nos anuncian la maniobra de aproximación al aeropuerto está amaneciendo en Nepal. Durante unos momentos puedo ver a través de la ventanilla las soleadas cimas del Himalaya que emergen del espeso mar de nubes que cubre el valle de Katmandú. Descendemos, nos sumergimos en una inmensa e incierta nube de algodón sucio, vamos a aterrizar... no... el avión, de pronto, ha acelerado sus motores a la máxima potencia y remonta el vuelo, ascendiendo de nuevo a los cielos. Al poco rato el capitán nos informa que ha tenido que abortar la maniobra de aterrizaje por causa de la escasa visibilidad. ¡Dios santo! Con el miedo que yo paso en los aviones… me tenía que pasar a mí. La megafonía nos anuncia que el aterrizaje se demorará unos 20-30 minutos. Intento distraerme mientras mi compañero de viaje duerme plácidamente a mi lado. Al cabo de media hora, vuelven a anunciar otra demora de igual duración ante la persistencia de la adversa meteorología. Los pensamientos negativos empiezan a invadir mi cansada cabeza: aterrizaremos de emergencia en otro aeropuerto? ... se agotará el combustible?... nos pasará como a Tchang en Tintín en el Tíbet?... Pienso en la posibilidad de morir en un accidente aéreo, pero lo hago de una forma distante, como si no acabara de creérmelo. Quizá por eso, a pesar de la aprensión, no siento pánico, aunque un montón de imágenes y pensamientos acuden a mi mente sin orden alguno. Respiro profundamente. Sogyal Rimpoché y el Don Juan de Castaneda enseñan, que para vivir, se ha de tener a la muerte siempre presente, como compañera (las luces de los faros de un coche que nos sigue a lo lejos, sin acercarse ni adelantarnos, en un solitario y nocturno viaje por la carretera al desierto). Bueno, por un momento pienso que éste no sería un mal lugar... Confío en que los que me quieren piensen lo mismo. También pienso que las estrellas que se ven en el cielo de Madrid son las mismas que se ven en Doha, en San Petersburgo, en Estambul, en Katmandú…